lunes, 5 de julio de 2010

Sueño Turbio

Llega la hora de dormir. Angustiado, como todas las noches, va sin apenas poder moverse hacia el cómodo lecho en el cual se lanza. Que calor... piensa antes de darse la vuelta. Bosteza, ya que ha perdido el sueño, cosa a la cual ya esta acostumbrado.

Tras media hora malgatada en pensamientos y preocupaciones absurdas, empieza a senir un pesar en sus ojos, que a pesar de que sigue despierto, evita que pueda abrirlos de nuevo. Comienza a sentir algo nublado en su vista, y su cerebro comienza a crear el nuevo mundo.

Una ciudad, tranquila, plagada de edificios, pero sin un alma. Se encuentra en una noche oscura, ni siquiera hay luna. Sin preguntarse que hace alli, comienza a andar. Anda, anda y anda sin parar pero lo único que cambia es el paisaje, nadie aparece por allí.

De pronto se encuentra en la puerta de su casa, en un precioso día. Al darse la vuelta ve a su hermano, un joven pequeño. Sostiene un cuchillo en la mano y en su cara una sonrisa inhumana. Léntamente se acerca hacia el, y el sabe lo que va a ocurrir. Intenta abrir la puerta, pero no puede. Grita, pero nadie le oye. Intenta escalar la muralla, pero sus piernas estan desprovistas de fuerza y se precipita de nuevo al suelo. Se dá la vuelta, está cada vez mas cerca. Sudor cáe por su cara, intenta arrastrarse hacia atras, pero ya no hay salida. Cuando su hermano está ya pegado a el, suplica por su vida, pero no sirve de nada. Con un gesto casi mecanico, el cuchillo le es hundido en el pecho con una sensación de algo fino y frío atravesando su cuerpo. El dolor es inmenso, los rápidos latidos de su corazón solo consiguen aumentar el dolor al rasgar el músculo con cada movimiento. El dolor se desvanece, sus ojos se pierden, al igual que su consciencia.

Nadie en la ciudad, lo cual le empieza a preocupar. Oye unos pasos rápidos y unos gritos, y decidido, vá corriendo para ver que ocurre. Un grupo de nueve o diez personas se acercan por la calle, como huyendo de algo terrorífico, luchando por sobrevivir. Al fondo puede ver extrañas criaturas agazapadas caminando con sus cuatro enormes patas y luciendo unas gigantescas y afiladas garras cubiertas de sangre. Un hombre le grita que huya, que salga de alli, instantes antes de ser cortado en dos por uno de aquellos seres. Aterrado, dá media vuelta y empieza a correr, sin mirar atras, escuchando gritos de dolor y ruidos de carne desgarrada.

De nuevo en su casa, esta vez en la parte de atras. Su mejor amigo en la piscina, invitandle a entrar. Se acerca, pero no entra en la piscina. Sin darse cuenta, su amigo lo arrastra al agua, dándose un tremendo golpe en la cabeza. Unas fuertes manos mantienen su cabeza hundida en la piscina. Respira agua, traga agua, sus brazos no son suficientes para contrarrestar la tremenda fuerza de su amigo. Un instante antes de que la sensación del agua en sus pulmones y la falta de aire acaben con el, pudo ver en el rostro de su amigo un gesto de cariño, de comprensión.


Ha logrado despistarlos. Aún se oyen a lo lejos los sonidos de la carne cercenada, de las mandíbulas masticando algo crudo, mezclado con el crujir de huesos. Respira hondo e intenta agazapado caminar entre los coches, donde sea dificil localizarle. Una voz susurra en su cabeza.
"Vé a la casa", le dicen. Una voz femenina y clara como la mas fina copa de cristal. Es de locos seguir una voz que ni siquiera sabes de donde procede pero... ¿acaso aquellas criaturas no eran salidas de algún tipo de serie de terror?. Por extraño que parezca, sabe donde se encuentra esa casa, y al poco tiempo llega a ella, donde gira lentamente el pomo que le conducirá a su destino.

Sus ojos se abren. Intenta mover sus brazos y piernas, pero no le responden. Está fuera de su casa, enmedio de la carretera, amarrado de piernas y brazos. Por más que lo intenta no puede soltarse. Al mirar hacia delante, su madre se encuentra dentro del coche, y lo pone en marcha.

Suplica, grita, pero al igual que las otras veces, nadie viene en su ayuda. el coche comienza a avanzar a tremenda velocidad, hasta que con un frío impacto, se siente mas liviano, tras un tremendo sonido de carne cayendo al suelo, estrujándose. No hay dolor, pero si miedo, miedo de ver como una de sus piernas está en el suelo, y la otra cuelga por la tela del pantalón empapado en sangre. En el suelo sus entrañas reventadas al impactar le hacen vomitar, antes de perder el conocimiento.

Lleva mas de media hora en la casa, subiendo unas tremendas escaleras de caracol que parecen no terminar. Tiene los pies cansados, pero sabe que debe llegar arriba, por lo que se mantiene fírmemente.

De pronto, se encuentra en su cama, la cual mas bien parece la bañera, pues está empapada. Se dá cuenta de que es su propio sudor. Otra vez, se dice, antes de poner sus manos en la cara. Se levanta, agotado, para mirarse al espejo. Dos enormes y oscuras ojeras cubren la parte inferior de sus ojos, ya forman parte de su cuerpo casi tanto como sus manos o piernas. Mira hacia abajo, resopla agobiado, y comienza un nuevo día, cargado del terror y angustia que le trae el pensar en la siguiente noche...

3 comentarios:

  1. ...conozco bien las noches de angustia...lo peor es como se te queda el estómago al día siguiente...hay que ser muy fuerte para levantarse con una sonrisa y buscar las ganas de comerse el mundo o...lo que caiga...

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  2. Y sin embargo... es lo único que nos queda.

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  3. Taragohf dijo. . .

    Esta bastante bien. Es una manera de redactar algo peculiar aunque se hace interesante de leer.Tienes una buena escritura chico y no lo digo por decir, se nota que tienes un buen uso de los adjetivos y frases ligeras de leer( lo que no se puede decir de mi escritura, la cual tildan "del siglo XVIII").Sigue asi, espero leer mas relatos tuyos.

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